A partir de mediados del siglo XVIII la cerámica religiosa sobrepasa los recintos sagrados (sin dejar de estar presente en los mismos) para hacerse más visible en el entorno urbano de nuestras ciudades y pueblos (plazas, calles, calvarios…) adquiriendo un gran protagonismo entre las clases populares de la mano de una renovada devoción, propiciada por la propia Iglesia.
En este contexto se inicio un período de abundantes y espléndidas producciones de paneles cerámicos devocionales destinados a ser colocados en el exterior, de larga pervivencia posterior.
Si bien la tendencia es imitar la pintura al caballete se elaboran obras de un gran rigor academicista junto a otros trabajos más ingenuos. Las fuentes de inspiración son grabados, estampas o diseños para estampaciones, pero adaptadas originariamente a la cerámica. Estos paneles presentan diversidad de advocaciones callejeras con carácter devocional, piadoso y profiláctico.
Durante el siglo XIX se continua e incrementa la tradición de la azulejería devocional, a los que se incorporan, hacia mediados de la centuria, mejoras técnicas y estilísticas diferenciadoras. Al centro de producción valenciano y alcoreño habrá que sumar las producciones de Onda y Manises a lo largo de los siglos XIX y XX.
Estas imágenes piadosas sobre azulejos, propiciadas por el propio culto católico, suelen llamarse capelletes, porrats o santets, según zonas y lugares. Y algo de profiláctico debe ver el Pueblo en estas representaciones, para que estas alcancen tan gran profusión en nuestro entorno. De hecho es en este carácter protector –devocional donde se observar su gran atractivo y éxito entre las clases populares.
En la ciudad de Castellón existen alrededor de 50 paneles devocionales (y dado que se continúan fabricando y colocando es difícil establecer un número exacto), estando concentrados preferentemente en el centro urbano más antiguo. Los datados en el siglo XVIII y primeras décadas del siglo XIX fueron realizados en las fábricas de Valencia. Pero la mayoría proceden de las fábricas de Onda, L’Alcora y el propio Castellón, y corresponden al siglo XX. La advocación más representada en la Virgen del Lidón, como no podía ser de otro modo dado que es la patrona de la ciudad, seguida de S. Roc, también patrón castellonero.
De entre los paneles más antiguos merecen destacarse los del Ecce Homo y el de la Purísima. El primero por su situación y peculiaridades urbanas en el estrecho callejón del Pes de la Farina, y el segundo por la placa asociada de las Indulgencias.