Cementerio de San Jose

Denominación

Lápidas cerámicas y azulejos de sepulturas

Localización

Cementerio Municipal de San José

Autor / Fábrica

Diversos

Cronología / Datación

Desde el siglo XIX hasta la actualidad

Dimensiones

Diversas

Características técnicas
Conformación vía húmeda. Decoración a mano alzada sobre estarcido. Conformación por vía semiseca. Decoración por el sistema de trepas.
Descripción

En el antiguo cementerio municipal de Castelló, inaugurado en 1861, existen numerosas sepulturas que utilizan los azulejos como material apropiado para los epitafios, mientras son muy escasos los nichos con losas cerámicas.

Estas lápidas cerámicas, que podemos englobar dentro de la azulejería de carácter religioso, se inician (que sepamos) en la provincia de Castellón en el siglo XVIII a partir de la Real Fábrica del Conde Aranda de L’Alcora. (1727). Aunque en el siglo XVIII no fueron demasiado frecuentes, reservadas para las clases más pudientes, a partir de las primeras décadas del siglo XIX empiezan a cobrar mayor presencia. Así, en Onda (donde existen todavía muchas lápidas cerámicas in situ en el cementerio municipal) la primera lapida cerámica documentada corresponde a 1813. Y aunque existen lápidas de mediados del siglo XIX, es a partir del último tercio de esta centuria y hasta antes de la Guerra Civil del 36, cuando situamos el grueso de la producción. Podemos hablar de una verdadera moda, surgida de la mano del desarrollo de la industria cerámica y azulejera castellonense.

En el siglo XIX lo más común era realizar la lápida sobre una placa cerámica (entera y rectangular con un lado semicircular o de dos piezas unidas) que se adapta a la forma del nicho. En un principio fueron losas cerámicas conformadas manualmente y a finales del siglo XIX/inicios del siglo XX aparecen las primeras realizadas a partir de moldes. Raros, aunque los hubo, son los casos con un panel rectangular de azulejos o un solo azulejo. Después de la Guerra Civil del 36 disminuye la colocación de lápidas cerámicas, sobretodo en formato de placas, persistiendo algunos ejemplos que recurren a uno, dos azulejos e incluso paneles.

Existen lápidas y epitafios sencillos, con el escueto nombre del difunto/a y la fecha del óbito. En cambio, otras presentan, epitafios con dedicatorias, poemas, etc.. y las fórmulas D.O.M (Deo Optimo Maximo) o R.I.P (Requiescat In Pace) y, a veces, con decoraciones en las que destacan por la rica iconografía relacionada con la muerte (guadañas, calaveras, reloj de arena) y el Campo Santo. La mayoría de las lapidas son de autoría anónima y unas pocas aparecen firmadas, tal vez debido a la posición social del difunto, como la del Diácono D. Antonio Bou Pardo, de 1906 y obra del gran ceramista Juan Bautista Alós. Un caso curioso de nicho es el de D. Francisco González, de 1896, que presenta en el vano del nicho recubierto de azulejos con la tricolor (rojo, amarillo, morado) bandera republicana.

En los casos de sepulturas en tierra existen múltiples ejemplos en el Cementerio de Castelló, desde un simple azulejo (sobre una cruz) a un recubrimiento cerámico completo de la tumba (normalmente destinados a menores: los ángeles). Los más antiguos son los azulejos dispuestos en cruz (80×60 cm, azulejos de 20×20 cm) de la sepultura de Josefa Joaquina Viñes y Farcha, de 1867. Prácticamente todas las sepulturas con presencia cerámica corresponden a la primera mitad siglo XX aunque existen ejemplos posteriores hasta casi hoy en día. Aunque muchas sepulturas presentan azulejos decorativos propios del momento, también existen otros totalmente blancos, y una gran mayoría presentan diversos azulejos dispuestos en rombo en los laterales con predominio casi absoluto de diseños jaspeados (marmoleados) de color negro.

Entre las sepulturas de ángeles destacamos la obra del ceramista Rafael Guallart para la sepultura de Merceditas Font, de 1944, con imagen de Nª Sª de la Merced en la cabecera.

Otra sepultura con nombre de autor es la de Ramón Peña Aixa, con la imagen de San Ramón, obra del ceramista ondense Manolo Abad.

Por otro lado, existen panteones donde se han utilizado los azulejos para recubrir las bóvedas de los mismos, bien con combinación de azulejos monocromos imitando mosaicos o bien con piezas en forma de escamas verdosas. Un caso singular es el de un mausoleo neogótico, de 1892, que utiliza la terracota para la cubierta y diversas decoraciones del edificio, y presenta un pavimento exterior de azulejos en damero azul y blanco